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HISTORIA DEL PASTEL HILADO...

vuelta en un velo ensangrentado, y llevaba en sus dedos un diente roto. Y en cuanto el kadi vió al aterrado zapatero remendón, le gritó: «¡Acércate! ¿No temes que te castigue Alah el Altísimo por hacer sufrir tan malos tratos á esta pobre mujer, esposa tuya, hija de tu tío, y por romperle tan cruelmente el brazo y los dientes?» Y Maruf, que en su terror habría deseado que la tierra se abriese y le tragase, bajó la cabeza, lleno de confusión, y guardó silencio. Porque su amor á la paz y su deseo de poner á salvo su honor y la reputación de su mujer impulsáronle á no hacer cargos á la maldita acusándola y revelando sus fechorías, para lo cual hubiera podido llamar como testigos á todos los vecinos, si preciso fuera. Y el kadi, convencido de que aquel silencio era prueba de la culpabilidad de Maruf, ordenó á los ejecutores de las sentencias que le derribaran y le administrarán cien palos en la planta de los pies. Lo cual fué ejecutado en el acto ante la maldita, que se derretía de gusto.

Y al salir del tribunal, apenas podia arrastrarse Maruf. Y como prefería morir de muerte roja antes que regresar á su casa y volver å ver el rostro de la calamitosa, se metió en una casa en ruinas que erguíase á orillas del Nilo, y allí, rodeado de privaciones y de desamparo, esperó á curarse de los golpes que le habían hinchado los pies y las piernas. Y cuando al fin pudo levantarse, se inscribió como marinero á bordo de una dahabieh que iba por el Nilo. Y llegado que hubo á Damieta, partió