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HISTORIA DEL PASTEL HILADO...

al hermoso escaparate del pastelero, y después de las zalemas, dijo: «¡No hay recurso mas que en Alah el Misericordioso! El Destino me persigue y me niega el pan de la cena.» Y como el pastelero insistiera para saber pormenores precisos, Maruf le puso al corriente de la exigencia de su mujer y de la imposibilidad de comprar no solamente la kenafa consabida, sino ni siquiera un simple pedazo de pan, por falta de ganancia en la jornada.

Cuando el pastelero hubo oído estas palabras de Maruf, se rió con bondad, y dijo: «¡Oh maese Maruf! ¿Me dirás, al menos, cuántas onzas de kenafa desea que le lleves la hija de tu tío?» El zapatero contestó: «Puede que tenga bastante con cinco onzas.» El pastelero añadió: «No hay inconveniente. Voy á fiarte cinco onzas de kenafa, y ya me darás su importe cuando descienda sobre ti la generosidad del Retribuidor!» Y del bandejón donde nadaba la kenafa entre manteca y miel, cortó un voluminoso pedazo que pesaba bastante más de cinco onzas, y se lo entregó á Maruf, diciéndole: «Esta kenafa hilada es un pastel digno de servirse en las bandejas de un rey. Debo ecirte, sin embargo, que no está azucarada con miel de abejas, sino con miel de caña de azúcar, porque de esta manera resulta más sabrosa.» Y el pobre Maruf, que no sabía la diferencia que hay entre la miel de abejas y la de caña de azúcar, contestó: «Se agradece de mano de la generosidad.» Y quiso besar la mano al pastelero, que se negó á ello vivamente, y que le dijo ade-