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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

cilitándome la entrada en casa de mi adorada, la hija del kadí!» Y contesté: «Está bien, ¡oh tórtola mía! pero ten en cuenta quién soy yo y quién es esa bienaventurada hija del kadí. ¡Por la verdad de tu gracia, piensa en la gran distancia que nos separa!» Y ella me dijo con aire de suficiencia: «¡Oh pobre! No vayas á creer que estoy tan desprovista de buen sentido como para introducirte en casa de la jovenzuela, ¡no, por Alah! Quiero sencillamente, que me sirvas de bastón de apoyo en mi marcha en pos de la astucia y de la estratagema. ¡Y me ha parecido que sólo tú ¡oh capitán! podías hacer lo que anhelo!» Y dije: «Escucho y obedezco, y soy un bastón ciego y sordo entre tus manos, cordera mía.» Entonces me dijo ella: «Escucha, pues, y obedece. Esta noche, ataviada como un pavo real con mis mejores vestidos, y velada de manera que no me reconozca nadie mas que tú en el barrio, iré á sentarme junto á la casa del kadi, padre de mi amante. Entonces tú y los guardias que tienes á tus órdenes, atraídos por el perfume penetrante que exhalaré, os dirigiréis al sitio donde yo me encuentre. Y tú avanzarás respetuosamente hacia mi y me preguntarás: «¿Qué haces sola en la calle á hora tan tardia, ¡oh dama de alto rango!?» Y yo contestaré: «Ualahí, ¡oh gallardo capitán! soy una joven del barrio de la ciudadela, y mi padre es uno de los emires del sultán. Pero hoy he salido de nuestra casa y de nuestro barrio, y he ido á la ciudad para hacer algunas compras. Y una vez comprado lo que quería