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HISTORIA DE LA ROSA MARINA...
PERO CUANDO LLEGÓ
LA 958.ª NOCHE

Ella dijo:

...y el polvo que alzaba la cola de su traje era un colirio para los ojos del ruiseñor.

Y llegó de aquel modo al borde del pilón, y posó los ojos en el sitio que ocupaba su querida rosa. Pero no vió ni rastro de ella y no percibió su olor. Entonces, aniquilada de dolor, estuvo á punto de disolverse como el oro en el crisol, y de amustiarse como un capullo á impulso del simún de la pena. Y en el mismo momento, para colmo de desdicha, observó que el anillo que llevaba al dedo era un anillo extraño, y que había desaparecido la sortija que llevaba desde hacía años.

Así es que, acordándose de la desnudez en que se hallaba mientras dormía, y pensando que los ojos de un extraño habían violado impunemente todo el misterio encantador de su persona, quedó sumida en un océano de confusión. Y volvió á toda prisa á su pabellón de rubies, y se estuvo llorando sola todo el día. Tras de lo cual, con la reflexión, le asaltaron pensamientos razonables, y se dijo: «Ciertamente, es falso el refrán que dice: «No se pueden seguir las huellas de lo que no deja huellas; porque si se siguen, no se deja huella tras de sí.»