rico. Y su madre, por temor á que el rey se apenara al ver que no tenía un hijo varón, hizo correr el rumor de que la niña recién nacida era un niño. Y se puso de acuerdo con los astrólogos para hacer creer al rey que no convenía viese á aquel niño antes de diez años.
»Cuando la pequeña, que crecía en belleza, llegó á la edad en que su padre el rey podía verla por fin, su madre le hizo las recomendaciones necesarias y le explicó cómo debía conducirse para hacerse pasar por un muchacho. Y la chiquilla, á quien Alah había dotado de listeza y de inteligencia, comprendió perfectamente las instrucciones de su madre, y se amoldó á ellas en toda ocasión. E iba y venía por los aposentos reales vestida de chico y comportándose como si fuese realmente del sexo masculino.
»Y su padre el rey de día en día se regocijaba de la hermosura del niño, á quien creía varón. Y cuando aquel presunto hijo alcanzó la edad de quince años, el rey decidió casarle con una princesa hija de un rey vecino. Y se concertó el matrimonio.
»Y cuando llegó el término fijado, el rey hizo que vistieran á su hijo con un traje magnífico, le hizo sentarse á su lado en un palanquín de oro llevado á lomos de un elefante, y le condujo con un gran cortejo al país de su futura esposa. Y en aquella circunstancia tan difícil, el joven príncipe, que era interiormente una princesa, tan pronto lloraba como reía.