que para en adelante repartía el Imperio entre él y su hijo menor Nurgihán. Y dió las órdenes necesarias para que, durante un año entero, se celebrasen fiestas que tuviesen abierta para todos sus súbditos, ricos y pobres, la puerta de la alegría y del placer, y cerrada la de la tristeza y de la pena.
Después, Nurgihán, convertido en el preferido de su padre, que en lo sucesivo podría mirarle sin peligro de perder la vista, pensó en trasplantar la rosa marina para que no muriese. Y á tal fin recurrió al genni de la selva, á quien llamó quemando uno de los pelos de la barba. Y el genni le construyó, en el espacio de una noche, un estanque de una profundidad de dos picas, con argamasa de oro puro y cimientos de pedrerías. Y Nurgihan se apresuró á plantar la rosa en medio de aquel estanque. Y fué un encanto para los ojos y un bálsamo para el olfato...
PERO CUANDO LLEGÓ LA 957.ª NOCHE |
Ella dijo:
... Y fué un encanto para los ojos y un bálsamo para el olfato.