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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

es obedecer! ¡Pero no sin que antes me hayas dado otro pastel!» Y Nurgibán le dió el último pastel que le quedaba ya. Y al punto le tomó el genni en su brazo izquierdo, y partió con él, en carrera aérea, hacia el Scharkistán.

Y llegaron sin contratiempo al reino del rey ciego Zein El-Muluk. Y cuando aterrizaron, dijo el genni al hermoso Nurgihán: «¡Oh capital de mi vida y de mi alegría! No quiero abandonarte sin dejarte una prueba de mi abnegación. Toma este mechón de pelo que acabo de arrancarme de la barba para ti. Y cada vez que necesites de mi, no tendrás mas que quemar uno de estos pelos. Y estaré inmediadamente entre tus manos.» Y tras de hablar así, el genni besó la mano que le había alimentado, y se fué por su camino.

En cuanto á Nurgihán, se apresuró á subir al palacio de su padre, después de pedir audiencia y anunciar que llevaba la curación. Y cuando fué introducido á presencia del rey ciego, sacó de debajo de su manto la planta milagrosa y se la entregó. Y no bien se acercó el rey á los ojos la rosa marina, de un olor y una hermosura que transportaban el alma de los espectadores, sus ojos se tornaron, en aquella hora y en aquel instante, luminosos como estrellas.

Entonces, en el límite de la alegría y de la gratitud, el rey besó en la frente á su hijo Nurgihán y le estrechó contra su pecho, manifestándole la más viva ternura. Y mandó publicar por todo el reino