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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE
PERO CUANDO LLEGÓ
LA 954.ª NOCHE

Ella dijo:

... Y el rey se encaró con el maghrebin, y le dijo: «Vaya, has perdido la cabeza.» Pero el maghrebín contestó: «¡Oh rey! Antes de hacer volar mi cabeza, da al jardinero orden de que vaya á mirar los granados.» Y dijo el rey: «Está bien.» E hizo una seña al jardinero para que fuera á ver en los árboles si había ó no granadas tempranas. Y el jardinero bajó al jardín, y en un granado vió una granada tan gorda que no tenía igual entre todas las granadas conocidas. Y la cogió, y fué á llevársela al rey.

Y el rey cogió la granada y se asombró prodigiosamente; y no supo si guardarla para sí ó entregársela á aquel hombre que la reclamaba para su mujer, atormentada por los antojos propios del embarazo. Y dijo al visir: «¡Oh visir mío! ¡quisiera comerme esta granada tan hermosa! ¿Qué te parece?» Y el visir le contestó: «¡Oh rey! Si no se hubiera encontrado la granada, ¿no habrías cortado la cabeza al maghrebín?» El rey dijo: «¡Claro que sí!» Y el visir dijo: «Entonces, la granada le pertenece por derecho.»

Y el rey entregó por su propia mano la granada