aquí que sobre él cayó recto el pañuelo de la joven. Y la casaron con él. Y el rey, padre de la joven, cayó enfermo de pena.
Y se congregaron los médicos y le recetaron, como régimen y remedio, que bebiera leche de osa contenida en un odre de piel de osa virgen. Y dijo el rey: «Fácil es. Tengo seis yernos que son heroicos jinetes, y no se parecen en nada al maldito del séptimo, que es el boyero de la noria. ¡Id á decirles que me traigan esa leche!»
Entonces los seis yernos del rey montaron en sus hermosos caballos y salieron en busca de la consabida leche de osa. Y el muchacho casado con la hija menor montó en un mulo cojo y salió también, mientras se burlaba de él todo el mundo. Y cuando llegó á un paraje retirado, golpeó el pedernal y quemó uno de los pelos. Y apareció su caballo, y se besaron. Y el muchacho le pidió lo que tenía que pedirle.
Al cabo de cierto tiempo volvieron de su expedición los seis yernos del rey, llevando consigo un odre de piel de osa lleno de leche de osa. Y se lo entregaron á la reina, madre de sus esposas, diciéndole: «¡Lleva esto á nuestro tío el rey!» Y la reina llamó con las manos, y subieron los eunucos, y les dijo: «Dad esta leche á los médicos para que la examinen.» Y los médicos examinaron la leche, y dijeron: «Es leche de osa vieja, y está en un odre de piel de osa vieja. Sólo nociva puede ser para la salud del rey.»
Y he aquí que de nuevo subieron los eunucos al