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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

bién obra tuya!» Pero el tejedor exclamó: «Por los méritos de tus gloriosos antecesores, ¡oh rey! que el pañuelo más hermoso es obra de tu hijo, y éste, el feo, es obra mía.»

Entonces el rey, maravillado, nombró al tejedor jeque de todos los jeques de las corporaciones, y le despidió contento. Tras de lo cual dijo á su esposa: «Coge el pañuelo obra de nuestro hijo y ve á enseñárselo á la hija del sultán de los puerros, diciéndole: «Mi hijo tiene el oficio de tejedor en seda.»

Y la madre del príncipe cogió el pañuelo y fué á ver á la joven, y le enseñó el pañuelo, repitiéndole las palabras del rey. Y la joven se maravilló del pañuelo, y dijo: «Ahora me casaré con tu hijo.»

Y los visires del rey cogieron al kadi y fueron á hacer el contrato de matrimonio. Y se celebraron las bodas. Y el príncipe penetró en la jovenzuela del país de los puerros, y tuvo de ella hijos que todos llevaban en los muslos la marca del puerro. Y cada uno de ellos aprendió un oficio. Y vivieron todos contentos y prosperando. ¡Pero Alah es más sabio!»


Luego dijo el sultán Baibars: «Esa historia de la hija del sultán de los puerros me ha gustado por su hermosa moraleja. Pero ¿no hay entre vosotros nadie que tenga todavía que contarme algo?» Entonces avanzó otro capitán de policía, que era el undécimo, y se llamaba Salah Al-Din. Y después de besar la tierra entre las manos del sultán Baibars, dijo: ¡He aqui mi historia!»