seňa tu arte á mi hijo.» Y el tejedor se encaró con el príncipe, que se había levantado, y le dijo: «¡Mira! Yo no voy á decirte: «¡Hazlo de este modo, y hazlo de este otro!», no; yo te digo: «¡Abre tus ojos y observa! Y mira cómo van y vienen mis manos.» Y en nada de tiempo el tejedor tejió un pañuelo, en tanto que el príncipe le miraba atentamente. Luego dijo á su aprendiz: «Acércate ahora y haz un pañuelo como éste.» Y el príncipe se puso al telar, y tejió un pañuelo espléndido, dibujando en la trama el palacio y el jardín de su padre...
PERO CUANDO LLEGÓ LA 952.ª NOCHE |
Ella dijo:
... Y el príncipe se puso al telar, y tejió un pañuelo espléndido, dibujando en la trama el palacio y el jardín de su padre.
Y el hombre cogió los dos pañuelos y subió al aposento del rey y le dijo: «¿Cuál de estos dos pañuelos es obra mía y cuál es obra de tu hijo?» Y el rey, sin vacilar, mostró con el dedo el de su hijo, señalando el hermoso dibujo del palacio y del jardín, y dijo: «¡Éste es obra tuya y el otro es tam-