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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

los pichones para que coman y se refresquen con ellos!»

Al oír estas palabras, la madre del príncipe dijo à la joven: «¡No nos humilles, hija mia! Te ruego solamente que me digas si quieres casarte con mi hijo ó no.» Ella contestó: «Si quieres que me case con tu hijo, dile que se haga pasar por muerto, envuélvele en siete sudarios, condúcele por la ciudad, y di á las gentes que no le entierren en más sitio que en el jardín de mi palacio.» Y la madre del príncipe dijo: «Está bien. Voy á exponer tus condiciones á mi hijo.»

Y fué á decir á su hijo: «¡No puedes figurarte lo que pretende! Exige que, si quieres casarte con ella, te hagas pasar por muerto, que se te envuelva en siete sudarios, que se te conduzca por la ciudad en cortejo fúnebre y que te lleven á su casa para enterrarte. Y entonces se casará contigo.» Y él contestó: «¿No es nada más que eso, madre mia? Entonces, desgarra tus vestiduras, grita y di: «¡Ha muerto mi hijo!»

Y la madre del príncipe se desgarró las vestiduras, y gritó con voz tan aguda como lamentable: «¡Qué calamidad la mía! ¡ha muerto mi hijo!»

Entonces, al oír el grito, todas las gentes del palacio acudieron y vieron al príncipe tendido en tierra como los muertos, y à su madre en un estado lamentable. Y cogieron el cuerpo del difunto, lo lavaron y lo metieron en siete sudarios. Luego se congregaron los lectores del Korán y los jeques, y