la mujer del portero, subió á verle una vieja, que le dijo después de mirarle: «¡Oh! ¡Estás enamorado ó tienes un amigo á quien amas!» Él contestó: «Estoy enamorado.» Ella le dijo: «¡Dime de quién, y seré un lazo entre tú y ella!» Él dijo: «De la bella Sittukhán.» Ella contestó: «Refresca tus ojos y tranquiliza tu corazón, que yo te la traeré.»
Y la vieja se marchó, y encontró á la joven tomando el fresco á su puerta. Y después de las zalemas y cumplimientos, le dijo: «¡La salvaguardia con las hermosas como tú, hija mia! Las que se te parecen y tienen dedos tan bonitos como los tuyos deberian aprender á tejer lino. Porque no hay nada más delicioso que un huso en dedos fusiformes.» Y se marchó.
Y la joven fué á casa de su madre, y le dijo: «Llévame, madre mia, á casa de la maestra.» La madre le preguntó: «¿Qué maestra?» La joven contestó: «La maestra del lino.» Y su madre contestó: «¡Cállate! El lino es peligroso para ti. Su olor es pernicioso para tu pecho. Si lo tocas, morirás.» Ella dijo: «No, no moriré.» E insistió y lloró de tal manera, que su madre la envió á casa de la maestra del lino.
Y la joven estuvo allá todo un día aprendiendo á hilar lino. Y todas sus compañeras se maravillaron de su belleza y de la hermosura de sus dedos. Y he aquí que se le metió en un dedo, entre la carne y la uña, una brizna de lino. Y cayó ella al suelo, sin conocimiento.