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HISTORIA DEL JOROBADO...

y aplicar ventosas y sanguijuelas. Y soy uno de los siete hijos de mi padre, y mis seis hermanos están vivos.

>>Pero he aquí la aventura. Esta misma mañana me paseaba yo á lo largo del Tigris, cuando vi á esos diez individuos que saltaban á una barca, y me junté con ellos, y con ellos me embarqué, cre- yendo que estaban convidados á algún banquete en el río. Pero he aqui que, apenas llegamos á la otra orilla, adiviné que me encontraba entre criminales, y me di cuenta de esto al ver á tus guardias que se nos echaban encima y nos ponían la argolla al cue- llo. Y aunque nada tenía yo que ver con esa gente, no quise hablar ni una palabra ni protestar de nin- gún modo, obligándome á ello mi excesiva firmeza de carácter y mi ninguna locuacidad. Y mezclado con estos hombres fuí conducido entre tus manos, ¡oh Emir de los Creyentes! Y mandaste que corta- sen la cabeza á esos diez bandidos, y fuí el único que quedó entre las manos de tu portaalfanje, y á pesar de todo, no dije tan siquiera ni una palabra. Creo, pues, que esto es una buena prueba de valor y de firmeza muy considerable. Y además, el solo hecho de unirme con esos diez desconocidos es por sí mismo la mayor demostración de valentía que yo sepa. Pero no te asombre mi acción, joh Emir de los Creyentes! pues toda mi vida he procedido del mismo modo, queriendo favorecer á los ex- traños. »

Cuando el califa oyó mis palabras, y advirtió