mundo, para perfeccionarme en mi arte. Y he aquí que llegué á tu Imperio, ¡oh rey espléndido y pode- roso! Y entonces fué cuando la noche pasada me ocurrió la desagradable aventura con el jorobado. ¡Tal es mi historia!»
Entonces el rey de la China dijo: «Esa historia,
aunque logró interesarme, te equivocas, joh médico,
porque no es tan maravillosa ni sorprendente como
la aventura del jorobado; de modo que no me que-
da mas que mandaros ahorcar á los cuatro, y prin-
cipalmente á ese maldito sastre, que es causa y
principio de vuestro crimen.»
Oidas tales palabras, el sastre se adelantó entre
las manos del rey de la China, y dijo: «¡Oh rey
lleno de gloria! Antes de mandarnos ahorcar, per-
miteme hablar á mi también, y te referiré una his-
toria que encierra cosas más extraordinarias que
todas las demás historias juntas, y es más prodigio-
sa que la historia misma del jorobado.>>
Y el rey de la China dijo: «Si dices la verdad, os perdonaré á todos. Pero ¡desdichado de ti si me cuentas una historia poco interesante y desprovista de cosas sublimes! Porque no vacilaré entonces en empalaros à ti y á tus tres compañeros, haciendo que os atraviesen de parte á parte, desde la base hasta la cima. >>
Entonces el sastre dijo: