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HISTORIA DEL VISIR NUREDDIN...

me dispuse á salir. Pero ella se echó á llorar, y me dijo: <<¡Oh dueño mio! ¿cuándo volveré á ver tu her- moso rostro?»> Y yo le dije: «Volveré esta misma noche. »

>> Y al salir encontré á la puerta el borrico que me condujo la víspera, y allí estaba también el burrero esperándome. Monté en el burro, y llegué al khan Serur, donde hube de apearme, y dando medio di- nar de oro al burrero, le dije: «Vuelve aqui al ano- checer. Y me contestó: «Tus órdenes están sobre mi cabeza.» Entré entonces en el khan y almorcé. Después salí para recoger de casa de los mercade- res el importe de mis géneros. Cobré las cantidades, regresé á casa, dispuse que preparasen un carnero asado, compré dulces, y llamé á un mandadero, al cual di las señas de la casa de la joven, pagándole por adelantado y ordenándole que llevara todas aquellas cosas. Y yo seguí ocupado en mis negocios hasta la noche, y cuando vino á buscarme el bu- rrero, cogi cincuenta dinares de oro, que guardé en un pañuelo, y sali.

Al entrar en la casa pude ver que todo lo habían limpiado, lavado el suelo, brillante la batería de cocina, preparados los candelabros, encendidos los faroles, prontos los manjares y escanciados los vi- nos y demás bebidas. Y ella, al verme, se echó en mis brazos, y acariciándome me dijo: «¡Por Alah! ¡Cuánto te deseo!» Y después nos pusimos á comer avellanas y nueces hasta media noche. Entonces nos enlazamos hasta por la mañana. Y me levanté,