era tan hermoso como la luna llena, y tenía el ros- tro brillante y fresco como si saliese del ham- mam, y sonrosadas las mejillas y la frente como una flor lozana, y en un extremo del labio un lunar, como gota de ámbar negro, según dice el poeta:
¡La luna Hena se encontró con el sol en lo alto de la torre, ambos en todo el esplendor de su belleza! ¡Tales eran los dos amantes! ¡Y cuantos los veían, tenían que admirarlos y desearles completa felicidad! ¡Y ahora son tan hermosos, que cautivan el alma! 1Gloria, pues, á Alah, que realiza tales prodigios y forma sus criaturas á su deseo!
Y al verle, le besé las manos é invoqué para él todas las bendiciones de Alah, y le dije: <¡Oh mi señor! Supongo que ahora recogerás tu dinero.» Y me contestó: «Ten todavía un poco de paciencia; pues en cuanto acabe de despachar mis asuntos vendré á recogerlo.» Y me volvió la espalda y se fué. Y yo supuse que tardaria en volver, y saqué el dinero y lo coloqué con un interés de veinte por ciento, obteniendo de él cuantiosa ganancia. Y dije para mi: «¡Por Alah! Cuando vuelva, le rogaré que acepte mi invitación, y le trataré con toda largue- za, pues me aprovecho de sus fondos y me estoy haciendo muy rico.>>
Y transcurrió un año, al cabo del cual regresó, y le vi vestido con ropas más lujosas que antes, y