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HISTORIA DEL PESCADOR Y EL EFRIT

acostó, y al despertar por la mañana fué á palacio, pidió permiso al rey para entrar, lo que éste le concedió, entró, besó la tierra entre sus manos y empezó por declamar gravemente algunas estrofas:


¡Si la elocuencia te eligiese como padre, reflorecería! ¡Y no sabría elegir ya á otro mas que á ti!
¡Oh rostro radiante, cuya claridad borraría la llama de un tizón encendido!
¡Ojalá ese glorioso semblante siga con la luz de su frescura y alcance á ver cómo las arrugas surcan la cara del tiempo!
¡Me has cubierto con los beneficios de tu generosidad, como la nube bienhechora cubre la colina!
¡Tus altas hazañas te han hecho alcanzar las cimas de la gloria, y eres el amado del Destino, que ya no puede negarte nada!


Recitados los versos, el rey se puso de pie, y cordialmente tendió sus brazos al médico. Luego le sentó á su lado, y le regaló magníficos trajes de honor.

Porque, efectivamente, al salir del hammam, el rey se había mirado el cuerpo, sin encontrar rastro de lepra, y vió su piel tan pura como la plata virgen. Entonces se dilató con gran júbilo su pecho. Y al otro día, al levantarse por la mañana, entró en el diván; se sentó en el trono y comparecieron los chambelanes y grandes del reino, así como el médico Ruyán, Por esto, al verle, el rey se levantó