fermedad que atormenta tu cuerpo y he sabido que un gran número de médicos no ha podido encontrar el medio de curarla. Voy, ¡oh rey! á aplicarte mi tratamiento, sin hacerte beber medicinas ni untarte con pomadas.» Al oirlo, el rey Yunán se asombró mucho, y le dijo: «¡Por Alah! que si me curas te enriqueceré hasta los hijos dé tus hijos, te concederé todos tus deseos y serás mi compañero y amigo.» En seguida le dió un hermoso traje y otros presentes, y añadió: «¿Es cierto que me curarás de esta enfermedad sin medicamentos ni pomadas?» Y respondió el otro: «Sí, ciertamente. Te curaré sin fatiga ni pena para tu cuerpo.» El rey le dijo, cada vez más asombrado: «¡Oh gran médico! ¿Qué día y qué momento verán realizarse lo que acabas de prometer? Apresúrate á hacerlo, hijo mío.» Y el médico contestó: «Escucho y obedezco.»
Entonces salió del palacio y alquiló una casa, donde instaló sus libros, sus remedios y sus plantas aromáticas. Después hizo extractos de sus medicamentos y de sus simples, y con estos extractos construyó un mazo corto y encorvado, cuyo mango horadó, y también hizo una pelota, todo esto lo mejor que pudo. Terminado completamente su trabajo, al segundo día fué á palacio, entró en la cámara del rey y besó la tierra entre sus manos. Después le prescribió que fuera á caballo al meidán [1] y jugara con la bola y el mazo.
- ↑ Plaza consagrada á los juegos.