atreves á decir que Soleimán es el profeta de Alah! Soleimán murió hace mil ochocientos años, y nosotros estamos al fin de los tiempos. Pero ¿qué historia vienes á contarme? ¿Cuál es el motivo de que estuvieras en este jarrón?»
Entonces el efrit dijo: «No hay más Dios que Alah. Pero permite, ¡oh pescador! que te anuncie una buena noticia.» Y el pescador repuso: «¿Qué noticia es esa?» Y contestó el efrit: «Tu muerte. Vas á morir ahora mismo, y de la manera más terrible.» Y replicó el pescador: «¡Oh jefe de los efrits! ¡mereces por esa noticia que el cielo te retire su ayuda! ¡Pueda él alejarte de nosotros! Pero ¿por qué deseas mi muerte? ¿qué hice para merecerla? Te he sacado de esa vasija, te he salvado de una larga permanencia en el mar, y te he traído á la tierra.» Entonces el efrit dijo: «Piensa y elige la especie de muerte que prefieras; morirás del modo que gustes.» Y el pescador dijo: «¿Cuál es mi crimen para merecer tal castigo?» Y respondió el efrit: «Oye mi historia, pescador.» Y el pescador dijo: «Habla y abrevia tu relato, porque de impaciente que se halla mi alma, se me está saliendo por el pie.» Y dijo el efrit:
«Sabe que yo soy un efrit rebelde. Me rebelé contra Soleimán, hijo de Daud. Mi nombre es Sakhr El-Genni. Y Soleimán envió hacia mí á su visir Assef, hijo de Barkhia, que me cogió á pesar de mi resistencia y me llevó á manos de Soleimán. Y mi nariz en aquel momento se puso bien humilde. Al verme