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HISTORIA DEL MERCADER Y EL EFRIT

dispensé una hospitalaria acogida llena de cordialidad. Después zarpamos.

Mi corazón llegó á amarla con un gran amor, y no la abandoné ni de día ni de noche. Y como de los tres hermanos era yo el único que podía gozarla, estos hermanos míos sintieron celos, además de envidiarme por mis riquezas y por la calidad de mis mercaderías. Dirigían ávidas miradas sobre cuanto poseía yo, y se concertaron para matarme y repartirse mi dinero, porque el Cheitán[1] sin duda les hizo ver su mala acción con los más bellos colores.

Un día, cuando estaba yo durmiendo con mi esposa, llegaron hasta nosotros y nos cogieron, echándonos al mar. Mi esposa se despertó en el agua, y de súbito cambió de forma, convirtiéndose en efrita[2]. Me tomó sobre sus hombros y me depositó en una isla. Después desapareció durante toda la noche, regresando al amanecer, y me dijo: «¿No reconoces á tu esposa? Te he salvado de la muerte con ayuda del Altísimo. Porque has de saber que soy una efrita. Y desde el instante en que te vi, te amó mi corazón, simplemente porque Alah lo ha querido, y yo soy una creyente en Alah y en su Profeta, al cual Alah bendiga y preserve. Cuando me he acercado á ti en la pobre condición en que me hallaba, tú te aviniste de todos modos á casarte conmigo. Y yo, en justa gratitud, he impedido que


  1. Satanás. El Maligno.
  2. Femenino de efrit.