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HISTORIA DEL MERCADER Y EL EFRIT

mano, y luego se me acercó el ternero, revolcándose á mis pies. Pregunté entonces á la hija del mayoral: «¿Es cierto lo que afirmas de este ternero?» Y ella dijo: «Cierto, sin duda alguna. Es tu hijo, la llama de tu corazón.» Y le supliqué: «¡Oh gentil y caritativa joven! si desencantas á mi hijo, te daré cuantos ganados y fincas tengo al cuidado de tu padre.» Sonrió al oir estas palabras, y dijo: «Sólo aceptaré la riqueza con dos condiciones: la primera, que me casaré con tu hijo, y la segunda, que me dejarás encantar y aprisionar á quien yo desee. De lo contrario, no respondo de mi eficacia contra las perfidias de tu mujer.»

Cuando yo oí, ¡oh poderoso efrit! las palabras de la hija del mayoral, le dije: «Sea, y por añadidura tendrás las riquezas que tu padre me administra. En cuanto á la hija de mi tío, te permito que dispongas de su sangre.»

Apenas escuchó ella mis palabras, cogió una cacerola de cobre, llenándola de agua y pronunciando sus conjuros mágicos. Después roció con el líquido al ternero, y le dijo: «Si Alah te creó ternero, sigue ternero, sin cambiar de forma; pero si estás encantado, recobra tu figura primera con el permiso de Alah el Altísimo.»

E inmediatamente el ternero empezó á agitarse y volvió á adquirir la forma humana. Entonces, arrojándome en sus brazos, le besé. Y luego le dije: «¡Por Alah sobre ti! Cuéntame lo que la hija de mi tío hizo contigo y con tu madre.» Y me contó cuanto