Pero cuando el rey quiso acercarse á la joven, ésta se echó á llorar. Y el rey le dijo: «¿Qué te pasa?» Y ella contestó: «¡Oh rey poderoso, tengo una hermanita, de la cual quisiera despedirme!» El rey mandó buscar á la hermana, y apenas vino se abrazó á Schahrazada, y acabó por acomodarse cerca del lecho.
Entonces el rey se levantó, y cogiendo á Schahrazada, le arrebató la virginidad.
Después empezaron á conversar.
Doniazada dijo entonces á Schahrazada: «¡Hermana, por Alah sobre ti! cuéntanos una historia que nos haga pasar la noche.» Y Schahrazada contestó: «De buena gana, y como un debido homenaje, si es que me lo permite este rey tan generoso, dotado de tan buenas maneras.» El rey, al oir estas palabras, como no tuviese ningún sueño, se prestó de buen grado á escuchar la narración de Schahrazada.
Y Schahrazada, aquella primera noche, empezó su relato con la historia que sigue: