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UNA PALABRA DEL TRADUCTOR
A SUS AMIGOS


Yo ofrezco,
desnudas, vírgenes,
intactas y sencillas,
para mis delicias y el
placer de mis amigos,
estas noches árabes
vividas, soñadas y traducidas
sobre su tierra natal y sobre el
agua.



Ellas me fueron dulces durante los ocios en remotos mares, bajo un cielo ahora lejano.

Por eso las doy.

Sencillas, sonrientes y llenas de ingenuidad, como la musulmana Schahrazada, su madre suculenta que las dió á luz en el misterio; fermentando con emoción en los brazos de un príncipe sublime—lúbrico y feroz—, bajo