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HISTORIA DE LA MUJER DESPEDAZADA...

«Quien desee asistir á la crucifixión de Giafar Al-Barmaki, visir del califato, y á la crucifixión de cuarenta Baramka, parientes suyos, vengan á la puerta del palacio para presenciarlo.»

Y todos los habitantes de Bagdad afluían por las calles para presenciar la crucifixión de Giafar y sus primos, sin que nadie supiese la causa; y todo el mundo se condolía y se lamentaba de aquel castigo, pues el visir y los Baramka eran muy apreciados por su generosidad y sus buenas obras.

Cuando se hubo levantado el patíbulo, llevaron al pie de él á los sentenciados y se aguardó la venia del califa para la ejecución. De pronto, mientras lloraba la gente, un apuesto y bien portado joven hendió con rapidez la muchedumbre, y llegando entre las manos de Giafar, le dijo: «¡Que te liberten, ¡oh dueño y señor de los señores más altos, asilo de los menesterosos! Yo fuí quien asesinó á la joven despedazada y la metí en la caja que pescasteis en el Tigris. ¡Mátame, pues, en cambio, y usa las represalias conmigo!»

Cuando escuchó Giafar las palabras del joven, se alegró por sí propio, pero compadecióse del mancebo. Y hubo de pedirle explicaciones más detalladas; pero de súbito un anciano venerable separó á la gente, se acercó muy de prisa á Giafar y al joven, les saludó, y les dijo: «¡Oh visir! no hagas caso de las palabras de este mozo, pues yo soy el único asesino de la joven, y en mí solo tienes que vengarla.» Pero el joven repuso: «¡Oh visir! este viejo