La vieja me saludó y me dijo: «¡Oh señora llena de gracias y cualidades! Tengo en mi casa á una joven huérfana que se casa esta noche. Y vengo á rogarte (¡Alah otorgará la recompensa á tu bondad!) que te dignes honrarnos asistiendo á la boda de esta pobre doncella tan afligida y tan humilde, que no conoce á nadie en esta ciudad y sólo cuenta con la protección del Altísimo.» Y después la vieja se echó á llorar y comenzó á besarme los pies. Yo, que no conocía su perfidia, sentí lástima de ella, y le dije: «Escucho y obedezco.» Entonces dijo: «Ahora me ausento, con tu venia, y entretanto vístete, pues al anochecer volveré á buscarte.» Y besándome la mano, se marchó.
Fuí entonces al hammam y me perfumé; después elegí el más hermoso de mis diez trajes nuevos, me adorné con mi hermoso collar de perlas, mis brazaletes, mis ajorcas y todas mis joyas, y me puse un gran velo azul de seda y oro, el cinturón de brocado y el velillo para la cara, luego de prolongar-