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HISTORIA DEL MANDADERO...

lla opuesta, desde la que se veía en lontananza la ciudad de Basrah. Y de pronto advertí una culebra que corría hacia mí, y en pos de ella otra serpiente gorda y grande que quería matarla. Estaba la culebra tan rendida, que la lengua le colgaba fuera de la boca. Compadecida de ella, tiré una piedra enorme á la cabeza de la serpiente, y la dejé sin vida. Mas de improviso, la culebra desplegó dos alas, y volando, desapareció por los aires. Y yo llegué al límite del asombro.

Pero como estaba muy cansada, me tendí en aquel mismo sitio y dormí próximamente una hora. Y he aquí que al despertar vi sentada á mis plantas á una negra joven y hermosa, que me estaba acariciando los pies. Entonces, llena de vergüenza, hube de apartarlos en seguida, pues ignoraba lo que la negra pretendía de mí. Y le pregunté: «¿Quién eres y qué quieres?» Y me contestó: «Me he apresurado á venir á tu lado, porque me has hecho un gran favor matando á mi enemigo. Soy la culebra á quien libraste de la serpiente. Yo soy una efrita. Aquella serpiente era un efrit enemigo mío, que deseaba violarme y matarme. Y tú me has librado de sus manos. Por eso, en cuanto estuve libre, volé con el viento y me dirigí hacia la nave de la cual te arrojaron tus hermanas. Las he encantado en forma de perras negras, y te las he traído.» Entonces vi las dos perras atadas á un árbol detrás de mí. Luego, la efrita prosiguió: «En seguida llevé á tu casa de Bagdad todas las riquezas que había en la nave,