«¡Oh joven dotado de cualidades! ¿Por qué no vienes conmigo á la ciudad de Bagdad? Allí encontrarás sabios y venerables jeques versados en las leyes y en la religión. En su compañía aumentarás tu ciencia y tus conocimientos de derecho divino, y yo, á pesar de mi rango, seré tu esclava y tu cosa. Poseo numerosa servidumbre, y mía es la nave que hay ahora en el puerto abarrotada de mercancías. El Destino nos arrojó á estas costas para que conociésemos la población y ocasionarnos la presente aventura. La suerte, pues, quiso reunimos.»
Y no dejé de instarle á marchar conmigo, hasta que aceptó mi ruego...»
PERO CUANDO LLEGÓ LA 17.ª NOCHE |
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que la joven Zobeida no dejó de instar al mancebo, y de inspirarle el deseo de seguirla, hasta que éste consintió.
Y ambos no cesaron de conversar, hasta que el sueño cayó sobre ellos. Y la joven Zobeida se acostó