beza ceniza, carbón y khol, pues, ¡por Alah! prefiero la muerte á la incertidumbre en que me habéis sumido.» Entonces ellos replicaron: «¿Sabes que lo que pides es tu perdición?» Y yo contesté: «Venga mi perdición, antes que la duda.» Pero ellos me dijeron: «¡Cuidado con tu ojo izquierdo!» Y yo respondí: «No necesito el ojo izquierdo si he de seguir en esta perplejidad.» Y por fin exclamaron: «¡Cúmplase tu destino! Te sucederá lo que nos sucedió; mas no te quejes, que la culpa es tuya. Y después de perdido el ojo izquierdo, no podrás venir con nosotros, porque ya somos diez y no hay sitio para el undécimo.»
Dicho esto, el anciano trajo un carnero vivo. Lo degollaron, le arrancaron la piel, y después de limpiarla cuidadosamente, me dijeron: «Vamos á coserte dentro de esa piel, y te colocaremos en la azotea del palacio. El enorme buitre llamado Rock, capaz de arrebatar un elefante, te levantará hasta las nubes, tomándote por un carnero de veras, y para devorarte te llevará á la cumbre de una montaña muy alta, inaccesible á todos los seres humanos. Entonces con este cuchillo, de que puedes armarte, rasgarás la piel de carnero, saldrás de ella, y el terrible Rock, que no ataca á los hombres, desaparecerá de tu vista. Echa después á andar, hasta que encuentres un palacio diez veces mayor que el nuestro y mil veces más suntuoso. Está revestido de chapas de oro, sus muros se cubren de pedrería, especialmente de perlas y esmeraldas. Entra por