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HISTORIA DEL MANDADERO...

medio del mar una barca que se dirigía hacia la costa. Entonces di gracias á Alah el Altísimo. Y al aproximarse la barca advertí en ella á un hombre de bronce que llevaba en el pecho una chapa de plomo con nombres y talismanes grabados. Y cuando la barca llegó, entré en ella, pero sin decir palabra. Y el hombre de bronce me condujo durante un día, durante dos, durante tres, y así sucesivamente, hasta diez días. Entonces vi unas islas á lo lejos. ¡Aquello era la salvación! Y me alegré hasta el límite de la alegría; pero tanta era la plenitud de mi emoción y de mi gratitud hacia el Altísimo, que pronuncié el nombre de Alah y lo glorifiqué, exclamando: «¡Alahu akbar! ¡Alahu akbar!»[1]

Pero apenas dije tan sagradas palabras, el hombre de bronce se apoderó de mí, me arrojó al mar, y hundiéndose á lo lejos, desapareció.

Estuve nadando hasta el anochecer, en que mis brazos quedaron extenuados y rendido todo mi cuerpo. Entonces, viendo aproximarse la muerte, dije la schehada, mi profesión de fe, y me dispuse á morir. Pero en aquel momento una ola más enorme que las otras vino desde la lejanía como una torre gigantesca y me despidió con tal empuje, que me encontré junto á unas islas que había divisado en lontananza. ¡Así lo quiso Alah!

Entonces trepé á la orilla, retorcí mi ropa, tendiéndola en el suelo para que se secase, y me eché


  1. Fórmula usada para glorificar a Dios: «Dios es todopoderoso.»