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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

lavármelas, cogí el tintero, la pluma y una hoja de pergamino, y escribí lentamente estas dos estrofas ensalzando las excelencias de la pastelería árabe:


¡Oh pastelero! ¡dulces, finos y sublimes pasteles, enrollados con los dedos! ¡Vosotros sois la triaca, el antídoto de cualquier veneno! ¡Nada me gusta tanto, y constituís mi única esperanza, toda mi pasión!

¡El corazón se me estremece al ver un mantel bien extendido, en cuyo centro se aromatiza una kenafa[1] nadando sobre la manteca y la miel en una gran bandeja!

¡Oh kenafa! ¡kenafa fina y sedosa como cabellera! ¡Mi deseo por saborearte, ¡oh kenafa! llega á la exageración! ¡Y me pondría en peligro de muerte el pasar un día sin que estuvieses en mi mesa! ¡Oh kenafa!

¡Y tú, jarabe! ¡adorable y delicioso jarabe! ¡Aunque lo estuviera comiendo y bebiendo día y noche, volvería á desearlo en la vida futura!


Después de esto dejé la pluma y el tintero, y me senté respetuosamente á alguna distancia. Y no bien leyó el rey lo que yo había escrito, se maravilló asombrosamente, y exclamó: «¿Es posible que un mono posea tanta elocuencia, y sobre todo una letra tan magnífica? ¡Por Alah!... ¡Es el prodigio de los prodigios!»

En aquel instante trajeron un juego de ajedrez, y el rey me preguntó por señas si sabía jugar, con-


  1. Kenafa: especie de pastelillo hecho con fideos muy finos.