coincidencia asombrosa. He visto inmediatamente que eran extranjeros, y deben venir del país de los Rum. Cada uno es diferente, pero los tres son tan ridículos de fisonomía, que hacen reir. Si los hiciésemos entrar nos divertiríamos con ellos.» Y sus hermanas aceptaron. «Diles que pueden entrar, pero entérales de que no deben hablar de lo que no les importe, si no quieren oir cosas desagradables.» Y la joven corrió á la puerta, muy alegre, y volvió trayendo á los tres tuertos. Llevaban las mejillas afeitadas, con unos bigotes retorcidos y tiesos, y todo indicaba que pertenecían á la cofradía de mendicantes llamados saalik[1].
Apenas entraron, desearon la paz á la concurrencia, y las jóvenes se quedaron de pie y los invitaron á sentarse. Una vez sentados, los saalik miraron al mandadero, y suponiendo que pertenecía á su cofradía, dijeron: «Es un saaluk como nosotros, y podrá hacernos amistosa compañía.» Pero el mozo, que los había oído, se levantó de súbito, los miró airadamente y exclamó: «Dejadme en paz, que para nada necesito vuestro afecto. Y empezad por cumplir lo que veréis escrito encima de esa puerta.» Las doncellas estallaron de risa al oir estas palabras, y se decían: «Vamos á divertirnos con este mozo y los saalik.» Después ofrecieron manjares á los saalik, que los comieron muy gustosamente. Y la más joven les ofreció de beber, y los saalik bebieron uno tras
- ↑ Los persas los llaman kalendars ó calendos. Saalik es el plural de saaluk.