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HISTORIA DEL MANDADERO
Y LAS TRES DONCELLAS


Había en la ciudad de Bagdad un hombre que era soltero y además mozo de cordel. Un día entre los días, mientras estaba en el zoco, indolentemente apoyado en su espuerta, se paró delante de él una mujer con un ancho manto de tela de Mosul, en seda sembrada de lentejuelas de oro y forro de brocado. Levantó un poco el velillo de la cara y aparecieron por debajo dos ojos negros, con largas pestañas, y ¡qué párpados! Era esbelta, sus manos y sus pies muy pequeños, y reunía, en fin, un conjunto de perfectas cualidades. Y dijo con su voz llena de dulzura: «¡Oh mandadero! coge la espuerta y sígueme.» Y el mandadero, sorprendidísimo, no supo si había oído bien, pero cogió la espuerta y siguió á la jo-

Tomo I
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