PERO CUANDO LLEGÓ LA 9.ª NOCHE |
Ella dijo:
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que cuando la bruja cogió un poco de agua y pronunció unas palabras misteriosas, los peces empezaron á agitarse, irguiendo la cabeza, y acabaron por convertirse en hijos de Adán, y en la hora y en el instante se desató la magia que sujetaba á los habitantes de la ciudad. Y la ciudad se convirtió en una población floreciente, con magníficos zocos bien construidos, y cada habitante se puso á ejercer su oficio. Y las montañas volvieron á ser islas como en otro tiempo. Y hete aquí todo lo que hubo respecto á esto. Por lo que se refiere á la bruja, ésta volvió junto al rey, y como le seguía tomando por el negro, le dijo: «¡Oh querido mío! Dame tu mano generosa para besarla.» Y el rey le respondió en voz baja: «Acércate más á mí.» Y ella se aproximó. Y el rey cogió de pronto su buena espada, y le atravesó el pecho con tal fuerza, que la punta le salió por la espalda. Después, dando un tajo, la partió en dos mitades.
Hecho esto, salió en busca del joven encantado, que le esperaba de pie. Entonces le felicitó por su