las mujeres blancas!» Después la cogió debajo de él. Y llegó entre ellos aquello que llegó.»
Así narraba el príncipe dirigiéndose al rey. Y prosiguió de este modo:
«Cuando oí toda aquella conversación y vi con mis propios ojos eso que siguió entre ambos, el mundo se convirtió en tinieblas para mí y no supe ni dónde estaba. En seguida la hija de mi tío rompió á llorar y á lamentarse humildemente entre las manos del negro, y le decía: «¡Oh amante mío, orgullo de mi corazón! ¡No tengo á nadie mas que á ti! ¡Si me despidieses me moriría! ¡Oh amor mío! ¡Luz de mis ojos!» Y no cesó en su llanto ni en sus súplicas hasta que la hubo perdonado. Entonces, llena de alegría, se levantó, se quitó todos los vestidos, incluso el calzón, y se quedó completamente desnuda. Y dijo después: «Amo mío, ¿tienes con qué alimentar á tu esclava?» Y contestó el negro: «Levanta la tapadera de la cacerola, allí encontrarás un guisado de huesos de ratones, que ha de satisfacerte. En ese jarro que ves ahí hay buza [1] y la puedes beber.» Y ella comió y bebió, y fué á lavarse las manos. Después se acostó sobre el montón de cañas, y completamente desnuda se acurrucó contra el negro, cubriéndose con unos harapos infectos.
Al ver todas estas cosas que hacía la hija de mi tío, no pude contenerme más, y bajando de la cú-
- ↑ Bebida fermentada, apreciadísima por los negros.