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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE
PERO CUANDO LLEGÓ
LA 7.ª NOCHE

Ella dijo:


He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que cuando los peces empezaron á hablar, la joven volcó la sartén con la varita, y salió por donde había entrado, cerrándose la pared de nuevo. Entonces el visir se levantó y dijo: «Esta es una cosa que verdaderamente no podría ocultar al rey.» Después marchó en busca del rey y le refirió lo que había pasado en su presencia. Y el rey dijo: «Tengo que ver eso con mis propios ojos.» Y mandó llamar al pescador y le ordenó que volviera con cuatro peces iguales á los primeros, para lo cual le dió tres días de plazo. Pero el pescador marchó en seguida al lago, y trajo inmediatamente los cuatro peces. Entonces el rey dispuso que le dieran cuatrocientos dinares, y volviéndose hacia el visir, le dijo: «Prepara tú mismo delante de mí esos pescados.» Y el visir contestó: «Escucho y obedezco.» Y entonces mandó llevar la sartén delante del rey, y se puso á freir los peces, después de haberlos limpiado bien, y en cuanto estuvieron fritos por un lado, los volvió del otro, Y de pronto se abrió la pared de la cocina y salió un negro semejante á un búfalo entre los bú-