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gún ellos me advierten, que antes no iba así, de modo que me voy ejercitando en usar, a los remates, cierta especie de tonillo uniforme. En esto echo de ver que un escritor desmejora sobremanera su historia, aun cuando la retoque aventajadamente en la parte poética, con las alteraciones de su segunda edición. El primer encuentro nos halla siempre más avenibles, y allá nos vamos desaladamente tras él; va en aumento el apego, y malhaya quien raspa y borra.

18 de agosto.

¿Será cierto que el manantial de nuestra dicha haya de parar en ser el de nuestra desventura?

Este afán ardentisimo y entrañable tras la naturaleza viviente, que era para mí la gloria de las glorias, alfombrando ante mis plantas el mundo con las galas de un paraiso, es ya un sayón fiero, un duende implacable que me está martirizando a todo trance. Cuando allá, desde un peñasco de la ribera, solia otear el rio y la vega amenisima, y veía que todo brotaba en ramilletes y pimpollos, y en plateadas corrientes; cuando miraba aquella montaña revestida, desde la falda hasta la cumbre, de árboles agigantados, y cada valle, con sus sesgos y recodos, entoldado por vistosos bosques, y el manso rio resbalándose entre las sonantes cañas, donde se espejaban rizados celajes mecidos por el ambiente de la tarde; cuando oía las avecillas vivificando las arboledas, y que millones de mosquitillos, en redoblados enjambres, danzaban gozosamente a los postreros y