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y, por tanto, ha tenido que acudir en persona. Ojalá no haya padecido algún tropiezo, pues me hallo sin noticias suyas.» Se me iba haciendo violento el desprenderme de su lado, di a cada niño una moneda, y aun para el pequeñuelo entregué también la suya a la madre, con el encargo de traerle un bollo cuando fuese al pueblo, y nos separamos.

Såbete, alma mía, que si no acierto a enfrenar los disparos de mis potencias, amaina al menos todo su alboroto al contemplar criaturas, cuyo bienaventurado sosiego se mece en el cerco estrecho que le cupo, se va sosteniendo de día en dia, y, presenciando la caida de la hoja, nada recapacita, sino que sobreviene el invierno.

Abundo ya por aquel sitio, y están los niños tan avezados conmigo, que, al tomar café, me piden azúcar, y, por la tarde, parten conmigo sus mantequillas y su cuajada. El domingo cuentan con mis monedas, y cuando no acudo sobre las visperas, la patrona hace mis veces.

Se franquean conmigo, me lo cuentan todo, y, en especial, me embelesan con sus arranques y sus desaliñados repentes de privanza, cuando se agolpan otros niños de la aldea.

No he tenido poco que hacer en desengañar a la madre de su aprensión de que pudieran desazonar al señor».

30 de mayo.

Cuanto dije últimamente acerca de la pintura, cuadra por puntos a la poesía. Basta alcanzar lo excelente, arrojarse a expresarlo, y, en verdad, ahi se