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Guiadme con vuestros rayos
Al sitio donde se acuesta
Mi bien, tras la ansiosa caza,
Con el arco sin saetas,
Y sus canes roncadores.
Sentaréme aquí en la roca
A esperar que la tormenta
Amaine. Y el bravo viento,
Y el aguacero resuenan;
Mas ¡ay! que su voz ansiada
A mis oldos no llega.
¿Por qué tardas, Salgar mio?
¿Olvidaste tu promesa?...
Aquí está el raudal sonoro,
Alli el árbol y la peňa.
Al asomo de la noche
Hallarte aqui me ofrecieras.
¿Por dónde vas, Salgar mio,
Sin camino ni carrera?
Vuelo contigo, y por siempre
Padre y hermano allá quedan.
¡Qué soberbios! Si se enconan
Sin fin las raleas nuestras,
Yo no seré tu enemiga,
No, Salgar, mi dulce prenda.
Enmudece un tanto, oh viento;
Un tanto, raudal, te aquieta;
Dejad que mi voz resuene
Por esa anchurosa vega,
Y mi extraviado del alma
Oirla al momento pueda.

Werther
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