cálculo. Ahora, y antes de que los examinéis, creo indispensable daros alguna idea acerca de nuestro sistema planetario. Comprendo bien y me explico vuestra impaciencia; quisierais pasar la noche viendo astros á través del anteojo; pero esto satisfaría sólo vuestra curiosidad v nada diría á vuestro entendimiento. Cuando al mirar un astro sepáis algo acerca de él, vuestra satisfacción será más grande.
La Tierra forma parte de un sistema planetario que tiene por centro al Sol. Este enorme astro, cuyo volumen es un millón y cuatrocientas mil veces mayor que el de la Tierra, y que está encendido como un inmenso globo de fuego, atrae con poderosa fuerza á los astros colocados cerca de él, y los hace girar en torno suyo. Debo advertiros que todos los cuerpos celestes están solicitados por dos fuerzas contrarias: la de atracción, que los dirige hacia el centro del astro que los atrae, y la centrífuga ó de repulsión, que los lleva á alejarse de ese centro. Si predominara cualquiera de las dos fuerzas, los planetas caerían en línea recta sobre el Sol, ó por el contrario, se alejarían de él indefinidamente; pero la combinación de ambas hace que el planeta describa una circunferencia en torno del Sol, y á esa circunferencia se le da el nombre de órbita. Las orbitas no son curvas cerradas, porque el Sol cambia á cada momento de posición en el espacio, sino epicicloides ó espirales, que van extendiéndose en el espacio á modo de tirabuzón.
El planeta más cercano al Sol es Mercurio, que