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tiempo que hacen mayor la imagen, la presentan más enrarecida y confusa.

De todos modos, vemos en realidad con este anteojo casi cien veces mayores las estrellas que á simple vista, aunque otra cosa nos parezca. Ahora os persuadiréis de esa verdad, cuando os enseñe algunos de los planetas que en este momento son visibles.

Os dije ya que cuantas estrellas observamos á simple vista en el cielo son soles, á excepción de cinco, que son, en el orden de distancia al sol: Mercurio, una estrella pálida y pequeña que se ve por las tardes pocos momentos después de ponerse el sol y á poca distancia de éste, ó por las mañanas poco antes de salir; Venus, que os es ya bien conocido, pues es la hermosa y brillante estrella que recibe los nombres de lucero del alba y estrella matutina, y también el de lucero de la tarde, pues según las estaciones, aparece antes ó después de ponerse el sol; en el verano se le ve sólo por la madrugada. Siguen después la Tierra que habitamos y la Luna, que es un satélite nuestro, y más allá se encuentran Marte, que es aquella estrellita de color rojizo que veis allá: Júpiter, lucero de gran brillo, que también es visible en estos momentos á alguna distancia de la Luna, y por fin, Saturno, que recibe este nombre por el fulgor plomizo y débil de su luz.

Tales son los planetas visibles sin necesidad de anteojo ó telescopio; pero existen dos más: Urano y Neptuno, que han sido descubiertos con ayuda de esos aparatos, y el último, además, por el