gera, acerca de los aparatos que tan poderosamente las facilitan, supliendo el limitado alcance de la vista natural.
Ya conocéis lo que es el microscopio, fundado en las propiedades de la lente, que, merced á la refracción ó desviación que al pasar por ella sufren los rayos luminosos, presenta aumentados los objetos. Pues bien; el anteojo astronómico, de que aquí tenéis un ejemplar, se funda á la vez en las propiedades de la lente y del disco de vidrio cóncavo. Las lentes son discos de vidrio tallados en forma convexa ó biconvexa; pero hay discos cóncavos, que tienen la propiedad de refractar los rayos luminosos de tal modo, que los objetos, vistos á través, se presentan extremadamente reducidos. Ejemplos de una y otra clase de vidrios tenéis en las antiparras que usan las personas de vista cansada ó miope: las primeras usan vidrios convexos, y las segundas cóncavos; de modo que las personas que tienen buena vista, si se ponen los anteojos que use una persona de vista cansada, ven los objetos mayores de lo que son, y menores si usan los anteojos de un miope ó persona corta de vista.
Hace ya cerca de tres siglos que dos niños de un vidriero descubrieron, por casualidad, las propiedades de ambas lentes combinadas. Colocaron un vidrio cóncavo á cierta distancia de otro convexo y mirando al través observaron que la torre de una iglesia cercana parecía aproximarse como si la estuviesen tocando, aunque se presentaba invertida, esto es, lo da arriba abajo y viceversa.