—Completamente imposible, á menos que ese globo fuese una bala de cañón, como pretende Julio Verne en una de sus más divertidas novelas. Con aparatos de tafetán no puede aspirarse sino á flotar á 4 ó 5.000 metros de altura, lo que ya es mucho, y en cuanto á la dirección, el viento decide: de modo que con seguridad se puede determinar la altura á que podrá llegarse, pero no el sitio á que se encaminará el globo, pues muchos que deseaban ir hacia el Mediodía, han ido al Norte ó al Oeste, y no pocos, dirigiéndose tierra adentro, han sido empujados por los vientos hacia el mar, y han sufrido la angustia de flotar horas enteras á poca distancia de las olas, hasta que han encontrado algún navío que los socorriera.
Recientemente se ha pensado en cambiar el plan de construcción de los globos, haciéndolos de forma muy prolongada, á manera de dos conos unidos por las bases, para que opongan al aire poca resistencia, y sustituyendo á la seda ó al tafetan placas metálicas muy delgadas; pero siempre, aun cuando por estos ú otros medios se resolviese el problema de dar dirección á esos aparatos, quedaría en pie la dificultad del aprovisionamiento de aire y el problema de la falta de presión exterior, mucho más grave todavía. De todos modos, la altura que alcanzan los aparatos aerostáticos permite ya hacer observaciones altamente curiosas. A los 1.000 metros de altura los ríos más caudalosos parecen hilillos de cristal, los más espesos bosques se ven como una mancha verdosa, las per-