podría resistirse el calor, que pasaría de 60 grados á la sombra.
En este primer mes de la caída de la Tierra franquearíamos algo menos de la cuarta parte de la distancia que nos separa del Sol, y los fenómenos más notables consistirían, como os he indicado, en el paso gradual, pero muy acelerado, del invierno á la primavera y al estío; en el aumento progresivo de la luz, que al finalizar el mes sería tan viva, que nos costaría trabajo mirar un terreno iluminado por los rayos solares; en el crecimiento veloz y exagerado de los vegetales, pues entonces podría decirse, sin hablar en broma, que se veía crecer la hierba, y los labradores tendrían que apresurarse á hacer la siega de los granos, y, por fin, en un rápido deshielo, que daría lugar á tremendas inundaciones. Ya entonces se apreciaría á simple vista el aumento de tamaño aparente del disco solar.
Hacia el 3 de Febrero tocaríamos en la órbita de Venus, y el calor se acercaría en nuestra latitud á 50 grados á la sombra. Algunos vegetales seguirían creciendo y desarrollando un follaje extraordinario; otros empezarían á secarse bajo la influencia abrasadora de aquel Sol dos veces canicular.
Una evaporación inmensa disminuiría el caudal de los arroyos y ríos, y levantaría espesas brumas sobre la superficie de los mares, lo que mitigaría en gran parte los ardores de la radiación solar, aumentando extraordinariamente la proporción de vapor de agua en la atmósfera. El