menos que nuestro globo. Ya os he dicho que la densidad media de la Tierra es cinco veces y media superior á la del agua; de modo que nuestro mundo pesa como si todo él fuese una esfera maciza de mineral de hierro. Ahora bien: el Sol pesa como si todo él estuviese formado de una sustancia un poco más densa que el agua; el carbón de piedra por ejemplo.
—¿No podrá suceder —preguntó la niña— que sea una gran masa de carbón ardiendo?
—Algunos astrónomos lo han creído así, hija mía; pero se ha desechado esa opinión desde que por medio de un aparato llamado espectrógrafo, y que permite conocer la naturaleza de un cuerpo por el color de la llama que produce, se ha visto que en el Sol existen casi todos los cuerpos que conocemos en la Tierra, como el oxígeno, el hidrógeno, el carbono, el silicio, el azufre, el hierro, el cobre, el potasio, el sodio, el calcio y otros muchos. No se han encontrado en la superficie del Sol las rayas características de los espectros del oro, de la plata ni de otros metales preciosos, sin que esto sea negar que existan, pues su mayor densidad puede haberles llevado hacia el centro de la masa solar, como seguramente se encontrarán en muy grandes cantidades en las profundidades de la Tierra. Además, se ha calculado que si el Sol fuese una gran esfera de carbón de piedra encendido, no podría transmitir á los planetas sino una pequeña parte del calor que ahora les envía.
El Sol, como todos los cuerpos celestes, tiene