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LAS FUERZAS EXTRAÑAS

Jerónimo, que en aquella ciudad no se veía un solo pájaro.


Esa tarde, un correo expedido de Kaloni, comunicó á Godofredo que en el puerto de Jafa acababan de anclar varias naves pisanas y genovesas, en las cuales venían los marineros esperados para construir las máquinas de guerra diseñadas por Raymundo de Foix.

Acababa de hundirse el sol, cuando tomaron el camino de Arimatea cuatro caballeros enviados para guardar las naves recién llegadas á Jafa. Eran Raimundo Pileto, Acardo de Mommellou, Guillermo de Sabrán y Wilfrido de Hohenstein á quien llamaban el caballero del blanco yelmo.

Era él rubio y fuerte como un arcángel. Sobre su tarja germana, sin divisa como todos los escudos de aquel tiempo, se destacaba formando blasón pleno un lirio de estaño en campo verde. Aquel lirio en forma de alabarda, era el único abierto de toda la flora heráldica ; pues el de Francia permanecía aún en botón.

Pero lo extraordinario en la armadura del caballero, era su casco de metal blanquísimo, cuyo esplendor no velaba entre los demás la cimera de que carecían los yelmos de los cruzados. El nasal