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LAS FUERZAS EXTRAÑAS

ha demostrado que el error procedía del sabio alemán, no del inglés. La causa de semejante error es sencillísima, tanto que me sorprende cómo no dio con ella el ilustre descubridor de la parafina y de la creosota.

Aquí, sonrisa de mi huésped; prueba terminante de que nos entendíamos.

—Usó usted el primitivo péndulo de Rutter, ó el perfeccionado por el doctor Leger?

—El segundo, respondí.

—Es mejor; ¿y cuál sería, según sus investigaciones, la causa del error de Reichenbach?

—Esta: los sensitivos con que operaba, influían sobre el aparato, sugestionándose por la cantidad del cuerpo estudiado. Si la oscilación provocada por un escrúpulo de magnesia, supongamos, alcanzaba una amplitud de cuatro líneas, las ideas corrientes sobre la relación entre causa y efecto exigían que la oscilación aumentara en proporción con la cantidad: diez gramos, por ejemplo. Los sensitivos del barón, eran individuos nada versados por lo común en especulaciones científicas; y quienes practican experiencias así, saben cuan poderosamente influyen sobre tales personas las ideas tenidas por verdaderas, sobre todo cuando son lógicas. Aquí está, pues, la causa del error. El péndulo no obedece á la cantidad, sino á la natu-