inteligente de estos fenómenos es reintegración de materia á la energía absoluta.
Esto acarrea una consecuencia racional inesperada, y que resuelve uno de los mas obscuros problemas filosóficos. Sábese, en efecto, que el espacio como extensión infinita é incorpórea, vale decir el movimiento absoluto, puesto que es el movimiento loque engendra al espacio—es á un tiempo inconcebible é imprescindible para nuestra mente. Si el pensamiento es la energía absoluta, nuestro pensamiento y el espacio son una misma cosa, ó sea éter infinito é incondicionado donde no hay magnitud ni tiempo; resultando así inconcebible como sensación, bien que imprescindible porque constituye nuestro propio ser. Los términos al parecer antagónicos, se hallan así conciliados.
He aquí el esplritualismo y la inmortalidad del alma como soluciones racionales de una concepción cosmogónica, es decir aceptables sin conflicto con la ciencia ó con la razón. Posición intermedia, bien que sólo por razones de distancia, entre el materialismo y el super-naturalismo, la nuestra considera todos los fenómenos como naturales, pero no los deriva totalmente de la materia; y lejos de someterlos á la arbitrariedad del azar ó de un dios ex nihilo, los considera determinados por una