cos procedentes de la división de los anillos en que se descompone la nebulosa, tienden á unirse por sus extremos engendrando los esferoides, así como los provenientes de la división de nuestro rayo primordial, lo hacen para formar las ruedas luminosas. La diferencia está en que el sistema de Laplace, supone la existencia previa del espacio y de la materia tal como los conocemos, para describir la vida de su nebulosa; mientras el nuestro acomete radicalmente el problema de los orígenes El positivismo nada quiere saber de esto, y le daríamos razón, si no empezara por faltar á su propio método construyendo á su vez hipótesis como ésta de Laplace; pero cuando él lo hace, el mismo derecho nos asiste y usaremos ampliamente de él.
Ahora bien, como la ciencia quiere hechos y el método positivo afirma que teoría es "hipótesis verificada", diremos que de todas las nebulosas conocidas, ninguna confirma la hipótesis de Laplace. Algunas se hallan en un estado de homogeneidad muy primitivo, pues su espectro sólo manifiesta la raya del hidrógeno, lo cual hace suponer que están formadas de este gas exclusivamente; pero ninguna presenta uno solo de los supuestos anillos. Adoptan las más variadas formas, bajo un aspecto común de masas profundamente atormentadas, y algunas han cambiado