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QUINTA LECCIÓN
Fácilmente se echa de ver que estas ideas nada tienen de semejante con el sistema de Laplace, hoy en vigencia; pero intentemos demostrar que no
son anticientíficas.
El sistema de Laplace, empieza suponiendo una nebulosa ígnea surgida del espacio ex nihilo, ó al impulso del azar que es la misma cosa[1]. Cualquiera nota la inferioridad de este comienzo, así como la consiguiente embrolla en la organización de los movimientos que impulsan á la nebulosa en cuestión, haciéndola girar, aplastarse, desprender anillos, dividirlos y reunidos en esferoides; si bien existe con nuestra teoría un punto común: los ar-
- ↑ En efecto, el azar que es una causa sin causa, equivale á los dioses de las religiones positivas, cuyo carácter más saliente y común es la arbitrariedad.